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Elizabeth Wagemann: un futuro más sostenible para las ciudades

11 / 01 / 2023

En esta entrevista, la directora del Laboratorio Ciudad y Territorio (LCT) y coordinadora de Investigación de la Escuela de Arquitectura adelantó algunas de las conclusiones de su último estudio sobre el impacto de la pandemia en la forma de habitar las viviendas. También abordó algunos de los temas que han marcado su trabajo como investigadora.

La directora del Laboratorio Ciudad y Territorio (LCT) y coordinadora de Investigación de la Escuela de Arquitectura, Elizabeth Wagemann, ha realizado diversos estudios vinculados a la gestión de riesgos, al cambio climático y la sostenibilidad urbana. Sus proyectos han generado interés público, por lo cual ha sido invitada a ser charlista en TEDx Cambridge University (2018) con “From shelter to home after disasters y en el Congreso Futuro (2019) con Convivir con la incertidumbre”.

Desde el 2022 es integrante del Comité Científico para el Cambio Climático del Ministerio de Ciencias Tecnología, Conocimiento e Innovación, con el que publicó los documentos “Soluciones basadas en la naturaleza” y “Desalinización: oportunidades y desafíos para abordar la inseguridad hídrica en Chile”. Ese mismo año la académica inició un proyecto Fondecyt (ANID) sobre los asentamientos transitorios construidos después del aluvión del 2015 en Atacama, una colaboración con la U. de los Lagos, PUC Ecuador y U. Politécnica de Madrid, llamado “Colab: Cambio climático y territorios hídricos: red de investigación en resiliencia, vulnerabilidad y sostenibilidad urbana”; un proyecto SEED Factoría UDP sobre “Eco-materiales” junto con docentes de Arquitectura, Diseño e Ingeniería; y una investigación con Fondos DGID UDP sobre el “Impacto de la pandemia en la forma de habitar nuestras viviendas”. Este último ha sido un tema de crucial interés, ya que da cuenta de cómo la crisis sanitaria tuvo un efecto en nuestras vidas.

Hoy trabaja en una investigación sobre el impacto de la pandemia en la forma de habitar las viviendas. ¿Cómo surge este estudio y cuáles son sus principales objetivos?

El confinamiento nos obligó a permanecer en nuestros hogares durante largos períodos de tiempo. Debido su duración y escala (en varias ciudades y países simultáneamente), esta situación inédita despertó el interés de distintas disciplinas por estudiar el comportamiento humano y las percepciones durante este período. En este contexto, junto a un grupo de docentes de arquitectura, urbanismo y sociología de diez países (España, Portugal, Alemania, México, Perú, Ecuador, Brasil, Chile, EE. UU. y Argentina) quisimos saber cómo las personas usaban el espacio doméstico y cómo esta experiencia podía afectar nuestra forma de percibir la ciudad y nuestros hogares. Muy rápidamente diseñamos en conjunto una encuesta online con el objetivo de registrar esta experiencia única. Además, el caso chileno fue particular, porque a diferencia de otros países, tuvimos dos períodos prolongados de confinamiento en 2020 y 2021. Entonces, junto a Soledad Larraín de la Universidad de Valparaíso y Claudia García-Lima de la Universidad de Concepción, aplicamos la encuesta en estos dos periodos con el fin de identificar diferencias o similitudes en la percepción de las personas. Hasta donde sabemos, este estudio es el primero en proporcionar datos empíricos sobre las percepciones de los/las residentes sobre su entorno doméstico durante el confinamiento en Chile. Junto con Natalia Donoso, Socióloga UDP y estudiante del Magíster en Pensamiento Contemporáneo UDP, hemos estado analizando los datos de Santiago y actualmente estamos escribiendo un artículo al respecto. Hay algunos datos interesantes, por ejemplo, que dentro de las aspiraciones están el tener un patio o terraza, aunque aquellos que contaron con ellos durante la pandemia los utilizaron menos de dos horas al día. Otra aspiración importante es tener un espacio independiente para trabajar y, en particular, fue más relevante para las mujeres el 2021 con 62% versus el 37,9% de los hombres. Pero, los datos de las encuestas no nos permitían ahondar sobre los relatos íntimos de la pandemia, entender cómo las personas realmente utilizaron los espacios, cuáles fueron los conflictos y las historias domésticas. Por esto, con el fondo de la DGID UDP, junto el estudiante Matías Quiroz y con el curso Optativo de Arquitectura “Vivienda en Crisis”, realizamos entrevistas en hogares seleccionados en la comuna de Santiago. Exploramos métodos de registro de las dinámicas espaciales mediante planos y esquemas, que nos permitieron graficar las trayectorias domésticas, las cuales fueron exhibidas en el seminario Arquitectura y Etnografía en el Centro Cultural España y luego en la Biblioteca Nicanor Parra. De este registro resultó evidente que hay cambios asociados a esta crisis que permanecerán en el tiempo y que debieran reflejarse en el diseño y organización de las viviendas. Por ejemplo, que un número importante de las viviendas tiene una doble función: el espacio doméstico y el espacio de trabajo (aunque éste no sea formal). De esto nace la necesidad de tener espacios para trabajar en el hogar o cerca de él – ya que en el caso de edificios podrían ser espacios compartidos- o la importancia de una buena iluminación y aislación en los departamentos, algo que quizás era menos evidente antes, pero que ahora se encuentra incluido en la percepción ciudadana.

Usted también ha trabajado en proyectos donde se vincula cambio climático, territorios hídricos y sostenibilidad urbana. En ese sentido, ¿cómo la arquitectura se está adaptando para abordar estos temas? 

En los últimos 15 años, las agendas mundiales han ido incorporando cada vez más el rol de las ciudades en la construcción de un futuro más sostenible. Por ejemplo, dentro de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, el objetivo 11 es lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas y se estima que seguirá aumentando. Las ciudades, por un lado, son unas de las grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y del consumo energético mundial y, por otro lado, reciben los mayores impactos del cambio climático, siendo una necesidad urgente aplicar estrategias de acción climática, es decir, mitigación y adaptación. Para la mitigación necesitamos proyectos que incorporen el secuestro de carbono, materiales de construcción menos intensivos en energía y diseños que reduzcan el uso de energía para calefacción y enfriamiento. Para la adaptación, se requieren proyectos que disminuyan los efectos de las islas de calor, que contribuyan al almacenamiento de agua en el subsuelo, a la disminución del escurrimiento superficial y a la reducción de riesgo de inundaciones. Entonces, desde la arquitectura y el diseño urbano tenemos una gran responsabilidad, pero creo que aún nos queda mucho camino por recorrer. En todo el mundo el tema está siendo incorporado con mucho énfasis. Por ejemplo, uno de los organismos acreditadores de las escuelas de arquitectura más reconocido a nivel mundial (RIBA), ahora exige dentro de sus requerimientos que el 20% de los contenidos de pregrado incluyan la “alfabetización climática”. En Chile, las carreras de arquitectura han ido incorporando de a poco estas temáticas, pero aún se sigue pensando que sostenibilidad es “poner un techo verde” y que con eso se resuelve todo. Sin embargo, hay muchos aspectos que incorporar en el diseño de las ciudades y los edificios, como los materiales y la forma de las construcciones para mejorar su eficiencia energética (tanto en su interior y como en su impacto en el espacio público), la incorporación de vegetación adecuada y de bajo consumo hídrico en la ciudad (para reducir la temperatura y recuperar ecosistemas), la planificación de los perfiles de calle (privilegiando los no motorizados), diseño de sistemas que reutilicen las aguas grises, la utilización de pavimentos permeables que reduzcan la escorrentía en caso de lluvia, tan sólo por nombrar algunos. Finalmente, hay algunos efectos del cambio climático frente a los cuales tenemos que hacer cambios mayores, para lo cual se requiere mayor consciencia de la sociedad y una mejor planificación para enfrentar los eventos futuros.

¿En qué consisten las Soluciones Basadas en la Naturaleza y cómo esto se puede aplicar en el ámbito de la Arquitectura? 

El concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) fue definido por la Comisión Europea en 2015 como aquellas acciones “inspiradas y apoyadas por la naturaleza, que provean beneficios medioambientales, sociales y económicos que ayuden a generar resiliencia de manera costo-efectiva” (Comisión Europea, 2015). Son soluciones que utilizan los ecosistemas en funcionamiento como infraestructura para proporcionar servicios naturales en beneficio de la sociedad y el medio ambiente. En los últimos años se ha buscado potenciar su aplicación en distintas escalas para la regeneración de ecosistemas naturales y artificiales. En contextos urbanos ha seguido lógicas de planificación urbana, potenciando corredores verdes y la gestión integrada de cuencas. El concepto ha sido reconocido como una herramienta fundamental para conseguir los objetivos globales relacionados al cambio climático y desarrollo, enfatizando la importancia de considerar la naturaleza en el diseño y planificación del entorno construido, teniendo un enfoque principalmente urbano respecto de la planificación y gestión a escala territorial. A partir de los talleres con especialistas que realizamos con el Comité Científico para el Cambio Climático, dejamos algunas recomendaciones en el documento “Soluciones Basadas en la Naturaleza” para el diseño y planificación de ciudades: corredores verdes, reforestación en zonas urbanas, manejo de aguas, restau­ración de cerros isla urbanos y piedemontes, y superficies verdes en zonas edificadas (techos verdes, patios, y jardines). Además, se recomienda generar un plan maestro de corredores verdes que incorpore movilidad activa (caminata y bicicleta) y aumento de cobertura verde; definir estrategias de manejo de aguas en zonas urbanas a escala urbana y domiciliaria (aguas servidas y aguas lluvias); desarrollar planes de res­tauración de cerros isla urbanos y piedemontes; y definir una estrategia que promueva el uso de superficies verdes en ciudades, de acuerdo con las características de cada comuna.

¿Qué temáticas se están abordando desde el Laboratorio Ciudad y Territorio (LCT) que usted dirige y cómo proyecta sus futuras investigaciones?

En el Laboratorio abordamos principalmente tres líneas temáticas: 1) La ciudad y su relación con el territorio, lo que incluye iniciativas asociadas al cambio climático, soluciones basadas en la naturaleza, planes de adaptación, gestión de residuos y economía circular ; 2) La ciudad y su impacto en la sociedad, por ejemplo, iniciativas asociadas al área de movilidad, vivienda y políticas públicas; y 3) fenómenos emergentes en las ciudades, como estudios prospectivos o impactos de futuros sistemas materiales y constructivos. Mi interés es seguir realizando investigaciones en estas temáticas, siempre trabajando en equipo, de forma interdisciplinaria e incorporando a los/las estudiantes en los proyectos. Para abordar problemas complejos se requieren miradas diversas y complementarias. Además, creo que debemos lograr un mayor equilibrio entre lo individual y lo colectivo para diseñar ciudades más humanas, sostenibles y resilientes. Tenemos un gran desafío por delante y creo que desde el Laboratorio tenemos mucho que aportar.

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